Un frío de muerte recorre mis manos.
Me acerco al fuego para aliviarlas.
Tanto, que se derriten.
Y entonces ya no siento frías mis manos.
Algo parecido debió ocurrir con mi deseo.
Tanto me acerqué a
vos para calmarlo
que ya no lo tengo.
Creo que se consumió en tu imagen.
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