Es demasiado
grande
este espacio
como para no
sentir miedo de
perderme.
Y sin embargo,
es placentero
poder moverme
libremente
sin sentir
límites a mi pensamiento.
Y en realidad
solo yo, manejo
el espacio
y los límites.
Solo yo decido
hasta dónde
y qué.
Solo yo impongo
mi palabra y mi
silencio.
Solo yo digo
siempre
tal vez, nunca.
Hasta que
aparece
una imagen en
la que
nunca me había
reflejado
y comienza a
discutirme
a reprocharme,
a censurarme.
bastaría con
romperla
de un golpe
bien cerrado.
Pero no,
terminaría multiplicándola
como los peces
y los panes.
Y no es
prudente
dar de comer a
las fieras.