miércoles, 14 de febrero de 2018

Orígenes


Azul en lo profundo de un mar que ya no moja
que de tanto ir y venir, lejano se me antoja,
que de tanto noche y día, se le olvidó la partida,
y comenzó otra vez, el intentar la subida.

No sin antes cuidar los límites de la sombra,
no sin antes fijar a quién no, a quién sí nombra.
Que por andar al viento, tan libremente,
olvidó ser mar, abruptamente.

Sólo le basta ver de pie al hombre en la orilla
para entender cómo, por qué y de qué costilla,
le viene eso de ser mar, tan plenamente,
y en pleamar, omnipotente.


Tranquilidad


Mientras la  calma
de la noche
lo abriga,
descubre la belleza
del día que lo verá
amanecer.

Entonces
descansa tranquilo,
sabe que la mañana
lo espera
con deseos de brillar,
de adormecer
dudas y temores,
de vislumbrar
horizontes imaginados.

Nada detendrá
su espíritu, su mente,
su vida entera.

Se sentirá protegido
mientras la noche,
en su silencio,
lo envuelve
y lo deja soñar
con la certeza
de un día más.

Insomnio


Cuando la noche
silencia los pensamientos,
mi mente sale a recorrer.

Comienza a descubrir
lo que el día oscurecía,
lo que el tiempo detenía,
aquello que tras la neblina
de lo irremediable,
no encontraba.

Tanto disfrutó
de su viaje,
que se alejó
de mí.

Desde entonces
mis pensamientos
mantienen despierta
a la noche.
Para que tal vez
en el silencio,
ella regrese a mí.

Caminos




















Caminos recorridos, caminos por recorrer…
caminos de cada día
caminos que no veré.

De piedra, tierra, asfalto
de verde hojarasca
y riel.

Caminos por donde llego
caminos por donde vendrás,
bajo un cielo anochecido
bajo el sol que amaneció.

Me alejan y me recuerdan
si por allí pasé, si no
si son puentes que nos unen
o si al final llegué.



Gotas



Gotas de lluvia
golpean la ventana
suavemente.

Vidrios
mojados por fuera.
Olor a tierra mojada.
Humedad
en las paredes.
Charcos
cerca de la puerta.

El agua
cae en las piedras.
Rebota y salpica.
Cae sobre las hojas
Se desliza.
Parece que danzan,
las gotas.

No hay viento.
No hay truenos.
Solo nubes.

Estoy del otro lado
de la ventana.
Oscuridad
de este lado.
Silencio
de este lado.

Sólo
puedo escuchar
las gotas de lluvia
que golpean
suavemente
la ventana.

Con eso
me alcanza.

Gigantes





Majestuosos, protectores, desafiantes.
Cobijo de las aves y del hombre.
Estoicos, ancestrales,
escondite de la lluvia y del sol.

Aferrados a la tierra,
pretenden llegar al cielo.
Se mecen con placer
con la briza matinal.
Rugen con dolor
ante el viento despiadado.

Pero siempre de pie,
Siempre erguidos,
Siempre esperando la muerte
con la altiva humildad de los grandes.

Porque don Alejandro Casona
tenía razón…
Los de buena madera, como los árboles,
mueren de pie.