Azul en lo profundo de un mar que ya no moja
que de tanto ir y venir, lejano se me antoja,
que de tanto noche y día, se le olvidó la partida,
y comenzó otra vez, el intentar la subida.
No sin antes cuidar los límites de la sombra,
no sin antes fijar a quién no, a quién sí nombra.
Que por andar al viento, tan libremente,
olvidó ser mar, abruptamente.
Sólo le basta ver de pie al hombre en la orilla
para entender cómo, por qué y de qué costilla,
le viene eso de ser mar, tan plenamente,
y en pleamar, omnipotente.