Las voces venían del quinto piso. De
eso, estaba segura. Las escuchaba todas las noches, pero no la molestaban. De
alguna manera se sentía acompañada. Menos sola.
La última vez que ella las escuchó
fue cuando salió de su departamento y vio que el edificio había sido demolido.
Solo quedaba en pie el quinto piso. Y
las voces, claro.