Los famas para
conservar sus recuerdos proceden a embalsamarlos en la siguiente forma: luego
de fijado el recuerdo con pelos y señales, lo envuelven de pies a cabeza en una
sábana negra y lo colocan parado contra la pared de la sala con un cartelito
que dice: Excursión a Quilmes, o: Frank Sinatra. Los cronopios, en cambio, esos
seres desordenados y tibios, dejan los recuerdos sueltos por la casa, entre
alegres gritos, y ellos andan por el medio y cuando pasa corriendo uno, lo
acarician con suavidad y dicen: no vayas a lastimarte, y también: cuidado con
los escalones. Es por eso que las casas de los famas son ordenadas y
silenciosas, mientras en las de los cronopios hay gran bulla y puertas que
golpean. Los vecinos se quejan siempre de los cronopios, y los famas mueven la
cabeza comprensivamente y van a ver si las etiquetas están todas en su sitio.
El arte... Expresión de sensaciones, sentimientos, fantasías, ideas...
domingo, 12 de mayo de 2019
Julio Cortázar - Conservación de los recuerdos
Julio Cortázar - En un vaso de agua fría o preferentemente tibia
Es triste, pero
jamás comprenderé las aspirinas efervescentes, los alcaselser y las vitaminas
C. Jamás comprenderé nada efervescente porque una medicina efervescente no se
puede tomar mientras efervesce puesto que parte de la pastilla se te pega al
paladar y qué cosquillas, por lo demás totalmente desprovistas de propiedades terapéuticas.
Si en cambio se la toma una vez que ha efervescido ya no se ve para qué sirve
que sea efervescente. He leído mucho los prospectos que acompañan a esos
productos, sin encontrar una explicación satisfactoria; sin duda la hay, pero
para enfermos más inteligentes.
Julio Cortázar - Instrucciones para cantar
Empiece por
romper los espejos de su casa, deje caer los brazos, mire vagamente la pared,
olvídese. Cante una sola nota, escuche por dentro. Si oye (pero esto ocurrirá
mucho después) algo como un paisaje sumido en el miedo, con hogueras entre las
piedras, con siluetas semidesnudas en cuclillas, creo que estará bien
encaminado, y lo mismo si oye un río por donde bajan barcas pintadas de
amarillo y negro, si oye un sabor de pan, un tacto de dedos, una sombra de
caballo.
Después compre
solfeos y un frac, y por favor no cante por la nariz y deje en paz a Schumann.
Julio Cortázar - El diario a diario
Un señor toma un
tranvía después de comprar el diario y ponérselo bajo el brazo. Media hora más
tarde desciende con el mismo diario bajo el mismo brazo. Pero ya no es el mismo
diario, ahora es un montón de hojas impresas que el señor abandona en un banco
de la plaza. Apenas queda solo en el banco, el montón de hojas impresas se
convierte otra vez en un diario, hasta que un muchacho lo ve, lo lee, y lo deja
convertido en un montón de hojas impresas. Apenas queda solo en el banco, el
montón de hojas impresas se convierte otra vez en un diario, hasta que una
anciana lo encuentra, lo lee, y lo deja convertido en un montón de hojas
impresas. Luego lo lleva a su casa y en el camino lo usa para empaquetar medio
kilo de acelgas, que es para lo que sirven los diarios después de estas
excitantes metamorfosis.
Julio Cortázar - Almuerzos
En el
restaurante de los cronopios pasan estas cosas, a saber que un fama pide con
gran concentración un bife con papas fritas, y se queda deunapieza cuando el
cronopio camarero le pregunta cuántas papas fritas quiere.
—¿Cómo cuántas?
—vocifera el fama—. ¡Usted me trae papas fritas y se acabó, qué joder!
—Es que aquí las
servimos de a siete, treinta y dos, o noventa y ocho —explica el cronopio.
El fama medita
un momento, y el resultado de su meditación consiste en decirle al cronopio:
—Vea, mi amigo,
váyase al carajo.
Para inmensa
sorpresa del fama, el cronopio obedece instantáneamente, es decir que
desaparece como si se lo hubiera bebido el viento. Por supuesto el fama no
llegará a saber jamás dónde queda el tal carajo, y el cronopio probablemente
tampoco, pero en todo caso el almuerzo dista de ser un éxito.
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