sábado, 2 de mayo de 2020

Gestos







“Dame un cigarrillo,
por favor.”
Dijo con voz enérgica,
autoritaria.
Yo debía cumplir
esa demanda.
Me iba la vida
en la respuesta.

Pude haber dicho
que no.
Que no tenía,
que en verdad,
yo no quería.

Y sin embargo
mi mano fue más
rápida y segura
que mi mente.
Se lo alcancé,
sumisa y miserable.

Nunca más pude decir
lo que pensaba.