miércoles, 11 de abril de 2018

Oscuridad de noche




La noche se sumerge
por nuestros cuerpos
atrapando su circulación
viscosa y asfixiante.

Es de una oscuridad
pútrida y absoluta
que resiste y se relame
por cada agujero abierto
de nuestras venas.

Nos perfora, nos aguijonea
nos clava su estaca
draculiana y mortífera
justo en el lugar exacto
del cerebro.

Y anda de puerta en puerta.
Imponiendo estrellas…
Anudando esquinas…
Esquivando tachos…
Sorprendiendo infames…
Aventurando historias…
Desterrando muertos…
Ilusionando vagabundos…
Augurando infiernos…
Persiguiendo ausentes…

Y siempre sola.

Como una mujer en cuerpo
de hombre.
Como animal alumbrando presas.
Como alma en pena
desnudando ausencias.
Como flor de papel que se
pudre de tierra en un florero.

Y quieta. Y alucinada.
Haciendo de su sombra un
hueco en el que meter un
poco de lluvia en tiempos de
sequía.

Nada la sorprende.
Nada la desconcierta.
Siempre pareja, atinada.
Siempre igual y repetida,
consecuente en su sombra,
sus espejos, sus miradas.

Y siempre de noche....
La noche.