jueves, 31 de diciembre de 2020

Despedida final









Y ahora sí, me despido.
No sé cuándo volveré, si vuelvo.
¿Me estarás esperando apoyado en la columna de aquel viejo edificio donde pasamos muchos días en alerta?
No. El edificio está en ruinas. Yo acá presa de mi propia empresa y vos recorriendo un camino empedrado muy distante... tanto que no sé.

Y ahora sí, me despido.
Esa luz tan tenue apenas me distingue. No se ve. Y yo tampoco.

Puede ser que aquel lugar donde una vez te miré con unos ojos de deseo y espera, nos encuentre.
Nos tome de la mano, nos lleve.
Y nosotros dejemos que sea así.
Que así sea. ¡Ay! ¿Por qué? Siempre la pregunta:
¿Por qué?...
… no tomaste aquel café, aquella tarde de viernes gris. Más gris que tus ojos.
Más gris que el gris de la lluvia en mi tristeza.
¿Por qué? Me quedé ahí y no corrí.
Ya sé... es mejor así ¿sí?

Más, más y más de esa muerte en tu cara que anunciaba
que la tarde llegaba a su fin. Al fin.
Más, más y más de esa tierra acumulada en mis pies que no avanzaban.
Y firme y aferrada y arrasada.
La tarde y yo dentro de ella.
Y el café en el bar ya está frío... tan frío... amor en despedida.
En ese invierno de mi alma y mi deseo.

Y ahora sí, me despido.