Más, sed,
pared, sal.
Reptar,
insecto vital.
Amparada
mirada tal.
Canción
letal.
Suave
suave, más suave...
Y
despacio, más
no te
nombro
y en el
portal
inscribo
letras detrás
atrás,
matás, delatás.
Suave,
suave, más suave...
Amor, mi
suave amor.
Si yo
fuera secreto
me
guardarías bajo siete llaves, dentro del Gran Cofre de las Cosas Prohibidas…
¿no es
cierto?
Y estás,
volvés, cantás.
Ya está.
¿Qué más?
Das: paz, mar, sal, tras
Zarpar
Caminar
Adelantar
Zaz
Ya
¿Y?
¿Sí?
¿A mí?
Sí!!!
Esa voz,
Dios. De dónde viene ese grito amarillo y gris de tu esqueleto brillante.
Deslumbrante.
Y un
paso... Otro. Ya está. Llegó. Dio vuelta
a la esquina y aquel auto azul
se lo
tragó.
Como un
anzuelo. Pescado incomible. Yo no pude. Y quise.
La mesa
lista, mi diente ardiente. Pero no.
No se
dejó. Pensó que era mejor,
para él.
Para mí,
no.
Suave,
suave, más suave... Mi amor, mi suave amor...
Quise
arrojarte al mar. Decidiste ir caminando hasta allí.
Se perdió
la única e irrecuperable posibilidad de lograr que la arena hiciera olas en el
mar.
Qué más.
Suave,
suave, más suave.
Tu piel de
escamas.
Mi amor,
mi suave amor
de
tentáculos en flor.