Como un gusano
con su brazos
bien abiertos
eres tú.
Reptando
pegajoso
por mi espalda,
arrugando
sus pliegues
aleatorios
y trepando
hasta el árbol
de mi cuello.
Androide
subterráneo.
Antiguo
habitante
de la Cueva
Prohibida
alistas tu mano
para clavarte
en la sangre.