Le doy
una pregunta
a la
imagen reflejada
de tu
sombra en el espejo.
Pero
ella me responde:
-No sé
de qué se trata.
Miro
atrás, y el perfil
recostado
y tembloroso
del
reflejo de tu sombra,
asiente
y dice:
-Yo sí,
pero no es tu asunto.
Al fin,
mi visión
esfumada
y sin contornos,
se
adelanta unos pasos
y
mirando las huellas
que la
sombra del espejo
ha
dejado, me dispara:
-Las
respuestas están
del
otro lado.
Siempre
están
del
otro lado del espejo.