En la callada soledad
que me rodea,
suaves sonidos
vienen a mi encuentro.
Son conocidos, familiares,
de otro tiempo.
Me rescatan del silencio
y me protegen.
Cuentan historias,
evocan rostros,
susurran melodías
ya olvidadas.
Y en esa quietud
casi añorada,
recorro instantes
lugares, pensamientos.
Agradezco entonces
el fugaz momento,
que tanta placidez
trajo a mi mente.
Tal vez, de tanto en tanto
me reconforte pensar
que aun silente
mi alma, no está sola.
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