Cuando la tarde se hace bruma
en los colores repentinos del sol,
el viento acaricia la promesa
de escuchar tu mensaje y tu voz.
Claridad en la brisa que acompaña
caminatas que vuelven tras tus pasos
recordando el sendero prometido
y las huellas que has dejado atrás.
Es tan suave, tan fuerte, casi eterno
el aroma del paisaje que en tus ojos
se hace canto que anuncia atardeceres
entibiando el momento y esta paz.
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