Qué buena esta costumbre de andar escribiendo
cuando una voz te avisa el tiempo.
Y la palabra que está...
Quiere ir. Cada vez más alto, más lejos, más
fuerte.
Se la deja salir. Y se despide el instante.
Porque nunca más volverá a su lugar. Dará
muchas vueltas hasta detenerse, ahí.
Justo en el lugar previsto.
¿En ese lugar?
Tal vez, a veces puede ser que ocupe el sitio
equivocado.
Pero igual, su destino está trazado.
Y una tras otra, las palabras de su voz van
apareciendo y se escuchan fuerte. Suerte.
Lento, más. Ágil, y va.
Su melodía camina vertiginosa por la cuerda
intacta de mi columna vertebral.
Huesos afortunados. Membrana que ritma a su
compás.
Jazz, vas, más.
Te dedico esto: la parte más perfecta de mi
vida. La que sólo Vos y Él conocen.
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