Un señor toma un
tranvía después de comprar el diario y ponérselo bajo el brazo. Media hora más
tarde desciende con el mismo diario bajo el mismo brazo. Pero ya no es el mismo
diario, ahora es un montón de hojas impresas que el señor abandona en un banco
de la plaza. Apenas queda solo en el banco, el montón de hojas impresas se
convierte otra vez en un diario, hasta que un muchacho lo ve, lo lee, y lo deja
convertido en un montón de hojas impresas. Apenas queda solo en el banco, el
montón de hojas impresas se convierte otra vez en un diario, hasta que una
anciana lo encuentra, lo lee, y lo deja convertido en un montón de hojas
impresas. Luego lo lleva a su casa y en el camino lo usa para empaquetar medio
kilo de acelgas, que es para lo que sirven los diarios después de estas
excitantes metamorfosis.
No hay comentarios:
Publicar un comentario