Caminando por la playa
descubres ese horizonte
que es futuro.
Te adentras en el mar
que sacude tu inmensidad
y la hace pequeña.
Contemplas el sol
que te deslumbra y aquieta
surcando viejas heridas
de sal y pesadumbres.
Sientes la arena tibia
en tus pies ya desgastados
y alivia rencores olvidados
que no perdonas.
Es un viaje interior
por un paisaje extraño
que de tanto en tanto
lo sientes tan cercano
tan en las entrañas
que te invita a llorar
con lágrimas de mar
sombras de nubes
silencios de viento.
Y entonces es tiempo
de volver a mirar
ese horizonte que te llama.
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