lunes, 26 de febrero de 2018

Friedrich Nietzsche… IV/V


… ¿Es tan sabio, tan inteligente, tan buen escritor...  O qué?


Él da la respuesta, la auténtica respuesta a la pregunta: cómo se llega a ser lo que se es.


El llegar a ser lo que se es, presupone no conjeturar, no prever, no presentir lo que se es. Por más que la tarea, que el destino de la tarea supere en mucho la medida ordinaria, no existe mayor peligro que el enfrentarse cara a cara con esa tarea.
Él sostiene que desde este punto de vista, tienen sentido e incluso valor los desaciertos de la vida, los momentáneos caminos secundarios y errados, que tal vez aparten de la tarea misma.
No ha barruntado siquiera lo que en él crece, y así todas sus fuerzas aparecieron súbitas, maduras, en su perfección última. Él es la antítesis de una naturaleza heroica. "Querer" algo, "aspirar" a algo, "proponerse" una finalidad, un "deseo", nada de esto entra en su experiencia. No existe en él el menor deseo de que algo se vuelva distinto de lo que es; él mismo no quiere volverse una cosa distinta. Así ha vivido siempre.

Él es también un destino. Él ha venido a transvalorizar todos los valores. Él ha descubierto la verdad. Él ha olido la mentira como mentira. Él contradice como jamás se ha hecho; pero a pesar de eso es la antítesis de un espíritu que dice que no.
Él es un alegre mensajero como no ha habido otro; pero también es un hombre de la fatalidad pues cuando la verdad entable lucha con la mentira de milenios, habrá guerras como jamás las ha habido en la tierra.
Él ha sido el primero en advertir que la auténtica rueda que hace moverse a las cosas es la lucha entre el bien y el mal.
Él se proclama inmoralista, pues niega un tipo de hombre considerado hasta ahora como supremo: los buenos, los benévolos, los benéficos. Y por otro lado niega una especie de moral de decadencia, la moral cristiana. En realidad,  la primera negación es la consecuencia de la segunda.
Pero también en otro sentido diferente, ha escogido para sí la palabra inmoralista como distintivo. Lo que lo separa, lo que lo aparta del resto de la humanidad es el haber descubierto la moral cristiana.
La ceguera respecto al cristianismo es el crimen contra la vida. El cristianismo - dice - ha sido hasta el presente el "ser moral" y en cuanto "ser moral" ha sido más absurdo, más mendaz, más vano, más ligero, más perjudicial a sí mismo, que cuanto podría haber soñado el más grande despreciador de la humanidad. Se ha considerado la antinaturaleza misma como moral, recibiendo los máximos honores. Se la ha considerado como ley, como imperativo categórico.

Y él ha gritado con espanto.



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