… ¿Es tan sabio, tan inteligente, tan buen escritor... O qué?
Él da la
respuesta, la auténtica respuesta a la pregunta: cómo se llega a ser lo que se
es.
El llegar a ser lo
que se es, presupone no conjeturar, no prever, no presentir lo que se es. Por
más que la tarea, que el destino de la tarea supere en mucho la medida
ordinaria, no existe mayor peligro que el enfrentarse cara a cara con esa
tarea.
Él sostiene que
desde este punto de vista, tienen sentido e incluso valor los desaciertos de la
vida, los momentáneos caminos secundarios y errados, que tal vez aparten de la
tarea misma.
No ha barruntado
siquiera lo que en él crece, y así todas sus fuerzas aparecieron súbitas,
maduras, en su perfección última. Él es la antítesis de una naturaleza heroica.
"Querer" algo, "aspirar" a algo, "proponerse" una
finalidad, un "deseo", nada de esto entra en su experiencia. No
existe en él el menor deseo de que algo se vuelva distinto de lo que es; él
mismo no quiere volverse una cosa distinta. Así ha vivido siempre.
Él es también un
destino. Él ha venido a transvalorizar todos los valores. Él ha descubierto la
verdad. Él ha olido la mentira como mentira. Él contradice como jamás se ha
hecho; pero a pesar de eso es la antítesis de un espíritu que dice que no.
Él es un alegre
mensajero como no ha habido otro; pero también es un hombre de la fatalidad
pues cuando la verdad entable lucha con la mentira de milenios, habrá guerras
como jamás las ha habido en la tierra.
Él ha sido el
primero en advertir que la auténtica rueda que hace moverse a las cosas es la
lucha entre el bien y el mal.
Él se proclama
inmoralista, pues niega un tipo de hombre considerado hasta ahora como supremo:
los buenos, los benévolos, los benéficos. Y por otro lado niega una especie de
moral de decadencia, la moral cristiana. En realidad, la primera negación es la consecuencia de la
segunda.
Pero también en
otro sentido diferente, ha escogido para sí la palabra inmoralista como
distintivo. Lo que lo separa, lo que lo aparta del resto de la humanidad es el
haber descubierto la moral cristiana.
La ceguera
respecto al cristianismo es el crimen contra la vida. El cristianismo - dice -
ha sido hasta el presente el "ser moral" y en cuanto "ser
moral" ha sido más absurdo, más mendaz, más vano, más ligero, más
perjudicial a sí mismo, que cuanto podría haber soñado el más grande
despreciador de la humanidad. Se ha considerado la antinaturaleza misma como
moral, recibiendo los máximos honores. Se la ha considerado como ley, como
imperativo categórico.
Y él ha gritado
con espanto.
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