Una hoja cae lentamente
desde la copa del árbol hasta el piso
y en ese tiempo fugaz y hasta indecente
te pienso.
Acomodo sin permiso
uno a uno los libros de tu mente.
Desnudo las paredes
dejando a la intemperie
los huecos del arte, sin redes.
Pero no puedo
siquiera suponer
desabrocharte de mi historia
de mi vida
de mi
pensamiento
de mi
locura
de mi deseo.
Es más fácil hacer caer
piedras hasta el cielo.
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