miércoles, 7 de marzo de 2018

Cuerpo libre




Me detengo frente al límite de tu sombra
para anunciarte y declarar en juramento
que he decidido a pesar de mis creencias,
de lo mucho que me debes y te debo,
dejarte en libertad.

Ya era tiempo, justo el tiempo
de abolir esclavitudes
en épocas de paz y de armonía.
No era justo, por lo tanto, ni adecuado,
retenerte con cadenas a mi sombra.

Ya puedes levantarte, cuerpo libre
aun arrastrándote, te marchas.
Eso sí: no gires la cabeza
puede que veas tu sombra que era esclava
encadenada a las patas de mi silla.



Pensar en vos



Justo ahora que empezaba
a pensar en mí,
apareciste.

Y no es en uno, dos o tres
ahoras fugaces.
Es en un todo el tiempo.
Es en un siempre.
Es en un por todas partes,
en los que surges.

Y como el tiempo y el espacio
se me hacen uno
desde muy adentro,
basta girar la cabeza,
pensar en tres minutos antes
para que estés.

Es imperdonable que habiendo
tantos motivos para el asombro,
pensar en vos
se me haga rutina.



El deseo




Un frío de muerte recorre mis manos.
Me acerco al fuego para aliviarlas.
Tanto, que se derriten.
Y entonces ya no siento frías mis manos.

Algo parecido debió ocurrir con mi deseo.
Tanto me acerqué  a vos para calmarlo
que ya no lo tengo.

Creo que se consumió en tu imagen.