domingo, 25 de junio de 2017

Idea Vilariño


Escritora uruguaya (1920 – 2009)


Ya no


Ya no será

ya no

no viviremos juntos

no criaré a tu hijo

no coseré tu ropa

no te tendré de noche

no te besaré al irme

nunca sabrás quién fui

por qué me amaron otros.



No llegaré a saber

por qué ni cómo nunca

ni si era de verdad

lo que dijiste que era

ni quién fuiste

ni qué fui para ti

ni cómo hubiera sido

vivir juntos

querernos

esperarnos

estar.



Ya no soy más que yo

para siempre y tú

ya

no serás para mí

más que tú. Ya no estás

en un día futuro

no sabré dónde vives

con quién

ni si te acuerdas.

No me abrazarás nunca

como esa noche

nunca.



No volverá a tocarte.



No te veré morir.



La noche


Es un oro imposible de comprender, un acabado

silencio que renace y se incorpora.



Las manos de la noche buscan el aire, el aire

se olvida sobre el mar,

el mar cerrado,

el mar,

solo en la noche, envuelto

en su gran soledad,

el hondo mar agonizando en vano…



El mar oliendo a algas moribundas y al sol,

la arena a musgo, a cielo, el cielo

a estrellas. La alta noche sin voces

deviniendo en sí misma, inagotada y plena,

es la mujer total con los ojos serenos

y el hombre silencioso olvidado en la playa,

el alto, el poderoso, el triste,

el que contempla,

conoce su poder que crea, ordena el mundo,

se vuelve a su conciencia que da fe de las cosas,

y el haz de los sentidos le limita la noche.




I



Concédeme esos cielos, esos mundos dormidos,

el peso del silencio, ese arco, ese abandono,

enciéndeme las manos,

ahóndame la vida

con la dádiva dulce que te pido.



Dame la luz sombría, apasionada y firme

de esos cielos lejanos, la armonía

de esos mundos sellados,

dame el límite mudo, el detenido

contorno de esas lunas de sombra,

su contenido canto.



Tú, el negado, da todo,

tú, el poderoso, pide,

tú, el silencioso, dame la dádiva dulcísima

de esa miel inmediata y sin sentido.



II



Estás solo, lo mismo.



Yo no toco tu vida, tu soledad, tu frente,

yo no soy en tu noche más que un lago, una copa,

más que un profundo lago,

en que puedes beber aun cerrados los ojos,

olvidado.

soy para ti como otra oscuridad, otra noche,

anticipo de la muerte,

lo que llega en el día frío el hombre espera, aguarda,

y llega y él se entrega a la noche, a una boca,

y el olvido total lo ciega y lo anonada.



Sin límites la noche,

pura, despierta, sola,

solícita al amor, ángel de todo gesto…



Estás solo, lo mismo.

Ebrio, lúcido, azul, olvidado del alma,

concédete a la hora.





Cuándo ya noches mías



Cuándo ya noches mías

ignoradas e intactas,

sin roces.



Cuándo aromas sin mezclas

inviolados.



Cuándo yo estrella fría

y no flor en un ramo de colores.



Y cuando ya mi vida,

mi ardua vida,

en soledad

como una lenta gota

queriendo caer siempre

y siempre sostenida

cargándose, llenándose

de sí misma, temblando,

apurando su brillo

y su retorno al río.



Ya sin temblor ni luz

cayendo oscuramente.




El olvido



Cuando una boca suave boca dormida besa

como muriendo entonces,

a veces, cuando llega más allá de los labios

y los párpados caen colmados de deseo

tan silenciosamente como consiente el aire,

la piel con su sedosa tibieza pide noches

y la boca besada

en su inefable goce pide noches, también.



Ah, noches silenciosas, de oscuras lunas suaves,

noches largas, suntuosas, cruzadas de palomas,

en un aire hecho manos, amor, ternura dada,

noches como navíos…



Es entonces, en la alta pasión, cuando el que besa

sabe ah, demasiado, sin tregua, y ve que ahora

el mundo le deviene un milagro lejano,

que le abren los labios aún hondos estíos,

que su conciencia abdica,

que está por fin él mismo olvidado en el beso

y un viento apasionado le desnuda las sienes,

es entonces, al beso, que descienden los párpados,

y se estremece el aire con un dejo de vida,

y se estremece aún

lo que no es aire, el haz ardiente del cabello,

el terciopelo ahora de la voz, y, a veces,

la ilusión ya poblada de muertes en suspenso.




Lo que siento por ti



Lo que siento por ti es tan difícil.

No es de rosas abriéndose en el aire,

es de rosas abriéndose en el agua.



Lo que siento por ti. Esto que rueda

o se quiebra con tantos gestos tuyos

o que con tus palabras despedazas

y que luego incorporas en un gesto

y me invade en las horas amarillas

y me deja una dulce sed doblada.



Lo que siento por ti, tan doloroso

como pobre luz de las estrellas

que llega dolorida y fatigada.



Lo que siento por ti, y que sin embargo

anda tanto que a veces no te llega.




El mar



Tan arduamente el mar,

tan arduamente,

el lento mar inmenso,

tan largamente en sí, cansadamente,

el hondo mar eterno.



Lento mar, hondo mar,

profundo mar inmenso…



Tan lenta y honda y largamente y tanto

insistente y cansado ser cayendo

como un llanto, sin fin,

pesadamente,

tenazmente muriendo…



Va creciendo sereno desde el fondo,

sabiamente creciendo,

lentamente, hondamente, largamente,

pausadamente,

mar,

arduo, cansado mar,

Padre de mi silencio.




Te estoy llamando



Amor

desde la sombra

desde el dolor

amor

te estoy llamando

desde el pozo asfixiante del recuerdo

sin nada que me sirva ni te espere.



Te estoy llamando

amor

como al destino

como al sueño

a la paz

te estoy llamando

con la voz

con el cuerpo

con la vida

con todo lo que tengo

y que no tengo

con desesperación

con sed

con llanto

como si fueras aire

y yo me ahogara

como si fueras luz

y me muriera.



Desde una noche ciega

desde olvido

desde horas cerradas

en lo solo

sin lágrimas ni amor

te estoy llamando

como a la muerte

amor

como a la muerte.