El motor
del auto detenido.
Una puerta
que se cierra,
otra
abierta que espera.
Gatos devorando a gritos
impiadosos,
el
silencio y mi sueño.
Voces,
enojos, miradas,
relámpagos
de furia,
suavidad
que acaricia.
Pasos que
se acercan:
de alivio.
Pasos que
se acallan:
de
abandono y miedo.
Y en la
ausencia infinita
de
presencias mutiladas
sostengo
la mirada cegada,
recóndita.
Y ahora no
hay más luz:
te la has
tragado,
inefable
devorador
de
cuerpos.
Y ahora no
hay más prisa:
has
descubierto el
instante
detenido.
Ahora, sí.
Ahora… nada.
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