Y necesito
a la muerte
como
juramento del ser:
cuatro
patas aplastan mi cabeza.
No soy yo,
es mi sombra.
Lamento no
dejar escrito
en el
poema - en ninguno -
(no hay
modo)
la
desilusión de mis días
sucedidos
en rutina.
Y sólo
como recordatorio
el
suspenso de este instante
tan
insólito, tan repetido
que no
alcanza. Se escapa.
Voy a
repetir hoy,
mañana,
ayer,
el grito
de espera
de lujuria
de
indecencia.
Y no me
arrepiento.
¿De
qué ?
De no
tener motivos.
Y te canto
querida
desilusión
mi
desencanto
mi espanto
esta nada
brumosa
y pegajosa
que soy.
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