Las
hojas que el otoño abandonó a su suerte bailan, flotan, se alzan. Es el viento,
transparente motor, que no descansa y se divierte.
Como
un mago ilusionista las aleja, se dispersan y agotadas por el viaje, se ocultan
en rincones del jardín donde no las pueda encontrar.
Ya
resecas se deshacen en trozos por las manos y eso que fue vida brillante y
altiva, vuelve a la tierra a reposar hundiéndose entre sus gajos hasta
recomenzar su destino.
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