El arte... Expresión de sensaciones, sentimientos, fantasías, ideas...
domingo, 30 de junio de 2019
sábado, 29 de junio de 2019
Francisco de Goya - La maja desnuda
Marc Chagall - Amantes azules
Henri Matisse - La alegría de vivir
Gustav Klimt - La virgen
Henri de Toulouse Lautrec - In the Bois de Boulogne
viernes, 28 de junio de 2019
Refugio para meditar
Desarmando la trama
jueves, 27 de junio de 2019
Olga Orozco - Cantata sombría
Escritora argentina (1920 – 1999)
Me
encojo en mi guarida; me atrinchero en mis precarios
bienes.
Yo,
que aspiraba a ser arrebatada en plena juventud por un
huracán
de fuego
antes
de convertirme en un bostezo en la boca del tiempo,
me
resisto a morir.
Sé
que ya no podré ser nunca la heroína de un rapto
fulminante,
la
bella protagonista de una fábula inmóvil en torno de la
columna
milenaria
labrada
en un instante y hecha polvo por el azote del relámpago,
la
víctima invencible —Ifigenia, Julieta o Margarita,
la
que no deja rastros para las embestidas de las capitulaciones
y el
fracaso,
sino
el recuerdo de una piel tirante como ráfaga y un perfume
de
persistente despedida.
Se
acabaron también los años que se medían por la rotación
de
los encantamientos,
esos
que se acuñaban con la imagen del futuro esplendor
y en
los que contemplábamos la muerte desde afuera, igual
que
a una invasora
—próxima pero ajena, familiar pero extraña, puntual pero
increíble,
la
niebla que fluía de otro reino borrándonos los ojos, las
manos
y los labios.
Se
agotó tu prestigio junto con el error de la distancia.
Se
gastaron tus lujosos atuendos bajo la mordedura de los años.
Ahora
soy tu sede.
Estás
entronizada en alta silla entre mis propios huesos,
más
desnuda que mi alma, que cualquier intemperie,
y
oficias el misterio separando las fibras de la perduración y
de
la carne,
como
si me impartieran una mitad de ausencia por apremiante
sacramento
en
nombre del larguísimo reencuentro del final.
¿Y
no habrá nada en este costado que me fuerce a quedarme?
¿Nadie
que se adelante a reclamar por mí en nombre de otra
historia
inacabada?
No
digamos los pájaros, esos sobrevivientes
que
agraviarán hasta las últimas migajas de mi silencio con su
escándalo;
no
digamos el viento, que se precipitará jadeando en los
lugares
que abandono
como
aspirado por la profanación, sino por la nostalgia;
pero
al menos que me retenga el hombre a quien le faltará la
mitad
de su abrazo,
ese
que habrá de interrogar a oscuras al sol que no me alumbre
tropezando
con los reticentes rincones a punto de mirarlo.
Que
proteste con él la hierba desvelada, que se rajen las piedras.
¿O
nada cambiará como si nunca hubiera estado?
¿Las
mismas ecuaciones sin resolver detrás de los colores,
el
mismo ardor helado en las estrellas, iguales frases de Babel
y de
arena?
¿Y
ni siquiera un claro entre la muchedumbre,
ni
una sombra de mi espesor por un instante, ni mi larga
caricia
sobre el polvo?
Y
bien, aunque no deje rastros, ni agujeros, ni pruebas,
aun
menos que un centavo de luna arrojado hasta el fondo
de
las aguas
me
resisto a morir.
Me
refugio en mis reducidas posesiones, me retraigo desde mis
uñas
y mi piel.
Tú
escarbas mientras tanto en mis entrañas tu cueva de raposa,
me
desplazas y ocupas mi lugar en este vertiginoso laberinto
en
que habito
—por cada deslizamiento tuyo un retroceso y por cada zarpazo
algún
soborno,
como
si cada reducto hubiera sido levantado en tu honor,
como
si yo no fuera más que un desvarío de los más bajos
cielos
o un
dócil instrumento de la desobediencia que al final
se
castiga.
¿Y
habrá estatuas de sal del otro lado?
Olga Orozco - Después de los días
Escritora argentina (1920 – 1999)
Será
cuando el misterio de la sombra,
piadosa
madre de mi cuerpo, haya pasado;
cuando
las angustiadas palomas, mis amigas, no repitan
por
mí su vuelo funerario;
cuando
el último brillo de mi boca se apague duramente,
sin
orgullo;
mucho
después del llanto de la muerte.
No
acabarás entonces,
mitad
de mi vida fatigada de cantar lo terrestre.
Nadie
podrá mirarte con esa misma pena que se tiene
al
mirar un pálido arenal interminable,
porque
tú volverás, ¡oh corazón amante del recuerdo!,
a
las tristes planicies.
Serás
el mismo viento tormentoso de agosto,
huracanado
y redentor como la plegaria de un tiempo
arrepentido;
serás,
cuando la noche, esa visión luciente que responde
en
la niebla
a
una señal de oscuro desamparo;
tu
voz tendrá un sonido humilde y temeroso
porque
será el rumor doliente de los cercos
que
guardaron tu infancia,
al
desmoronarse;
y tu
color será el color del aire, dulcemente amarillo,
que
las hojas de otoño desvanecen para sobrevivir.
Detrás
de las paredes que limitan los sueños
estarán
todavía los hombres,
prisioneros
de sus mismos semblantes;
aquéllos,
los marchitos,
los
que dicen adiós con su mirada única,
a
cada nuevo paso del sombrío cortejo de su sangre,
mientras
van consumiendo su destino de arena porque
su
cielo cabe en una lágrima.
No
te detengas, no, glorioso mediodía de mis huesos.
Ellos
ven en el polvo un letárgico olvido tan largo
como
el mundo,
y tú
sabes, cuerpo mío dichoso desde el tiempo,
que
no en vano mecieron tu corazón las lentas primaveras,
que
tu pecho está unido a ese incesante aliento que
reconoce
en él una guarida
que
será necesario morir para vivir el canto glorioso
de
la tierra.
Olga Orozco - Las muertes
Escritora argentina (1920 – 1999)
He
aquí unos muertos cuyos huesos no blanqueará la
lluvia,
lápidas
donde nunca ha resonado el golpe tormentoso
de
la piel del lagarto,
inscripciones
que nadie recorrerá encendiendo la luz
de
alguna lágrima;
arena
sin pisadas en todas las memorias.
Son
los muertos sin flores.
No
nos legaron cartas, ni alianzas, ni retratos.
Ningún
trofeo heroico atestigua la gloria o el oprobio.
Sus
vidas se cumplieron sin honor en la tierra,
mas
su destino fue fulmíneo como un tajo;
porque
no conocieron ni el sueño ni la paz en los
infames
lechos vendidos por la dicha,
porque
sólo acataron una ley más ardiente que la ávida
gota
de salmuera.
Esa
y no cualquier otra.
Esa
y ninguna otra.
Por
eso es que sus muertes son los exasperados rostros
de
nuestra vida.
miércoles, 26 de junio de 2019
Salvador Dalí
Pintor y escultor español (1904 –
1989)
martes, 25 de junio de 2019
Recuerdos de viaje XXXIV
Despertar en una mañana invernal
Reflejos de un paisaje
Pequeños placeres XVI
Belleza que envuelve...
lunes, 24 de junio de 2019
domingo, 23 de junio de 2019
Misterios
Memoria
del día después… Ausencias.
Luces
reflejadas… Imágenes que se diluyen.
Un
espejo en la pared… La verdad revelada.
Sortilegio
en sombras… Lo insondable.
Y
tu rostro dibujado en lágrimas de papel. Trazos de tu presencia arrebatada al
destino de lo incierto.
Henri Matisse - View of Notre Dame
sábado, 22 de junio de 2019
Elizabethtown (2005)
Nancy Wilson
Something's Gotta Give (2003)
Hans Zimmer
Amores perros (2000)
Gustavo Santaolalla
Lawrence of Arabia) (1962)
Maurice
Jarre
Gone with the Wind (1939)
Max Steiner
viernes, 21 de junio de 2019
Recuerdos de viaje XXXIII
Pequeños placeres XV
Esperando las olas...
jueves, 20 de junio de 2019
Pablo Picasso - Madre e hijo
Édouard Manet - Boating
Pierre Auguste Renoir - Mujer con sombrilla en un jardín
Rembrandt - Self portrait
Vasili Kandinski – Amarillo, rojo y azul
Vincent van Gogh - El viñedo rojo
miércoles, 19 de junio de 2019
Luces entrelazadas
Lluvia de pétalos...
Cantando al amanecer
A través de la ventana...
martes, 18 de junio de 2019
Pequeños placeres XIV
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