En
sucesivos y melancólicos pasos insondables
descubro
un verso perseguido
áspero,
arenoso, indoloro.
La
sensación me arruga, me arrincona:
mi
incertidumbre.
Despacio,
en sensual desolación,
alcanzo
un ruido perdido
entre
hojas amargas, polvorosas.
De lado
a lado
de
arriba a arriba
solo un
cuerpo solidario
en un
alma carnívora e individual.
Padecer,
andar a ciegas
que el
sol me penetre y que me espante.
Condenar
a muerte, sin
juzgar
la forma,
a mi
sueño imperturbable
fatídico
y voraz.
Cuando
yo muera de vida y no de tiempo
cuando
intuya en mi sombra
un
enorme parecido con tu sombra,
intentaré
clavar mis pies
y mi
cabeza
al
borde de una piedra
como
humo quieto.
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