lunes, 18 de junio de 2018

Morir de vida





En sucesivos y melancólicos pasos insondables
descubro un verso perseguido
áspero, arenoso, indoloro.
La sensación me arruga, me arrincona:
mi incertidumbre.

Despacio, en sensual desolación,
alcanzo un ruido perdido
entre hojas amargas, polvorosas.
De lado a lado
de arriba a arriba
solo un cuerpo solidario
en un alma carnívora e individual.

Padecer, andar a ciegas
que el sol me penetre y que me espante.
Condenar a muerte, sin
juzgar la forma,
a mi sueño imperturbable
fatídico y voraz.

Cuando yo muera de vida y no de tiempo
cuando intuya en mi sombra
un enorme parecido con tu sombra,
intentaré clavar mis pies
y mi cabeza
al borde de una piedra
como humo quieto.




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