Y el Gran
Hombre abrió
su capa,
majestuoso.
Y
descorrió la luna
que
ensombrecía el día.
Y pudieron
asomar
de tanto
en tanto, milagrosas
profecías
que Él
decía.
Y a Él
venían los poderosos
para
calmar su paz
y conjurar
miserias.
Y a
Él llegaban los moribundos
clamando
tiempo,
robando
esperas.
Y el
Hombre Grande,
espacio en
obra,
siempre en
cadenas,
siempre anunciando,
roba
palabras,
enhebra
inventos,
los va
cayendo,
se van en
manos.
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