Es la vida, la que ocurre
todo el tiempo
a nuestro alrededor.
Es decir esa palabra de consuelo
al desconocido que nos mira;
y es el silencio sin culpa
de los amantes
que no saben de palabras.
Es disfrutar la dulce espera
del hijo que regresa;
y es el dolor callado
y contenido
del que busca su destino.
Es ver la mañana de noviembre
que se cubre de celeste;
jacarandá por toda la vereda
nos invita a caminar
por su alfombra amanecida.
Es oír la risa de los niños
que salen de la escuela;
inunda la casa adormecida
y aquieta el silencio
de la mente que piensa y piensa.
Es sentir la brisa suave
que envuelve los temores;
la lluvia clara que limpia
la tristeza por un rato;
la tibieza del sol otoñal
que se cuela sin permiso.
Es caminar por nuevas calles
descubrir un bar donde el café
sabe a aventuras y placeres;
y paladear sorbo a sorbo
mirando el transcurrir del afuera.
Es contemplar el mar en el invierno
en una playa solitaria;
con
la compañía
amable y protectora de las rocas
y la arena entre los dedos.
Es sentarse en el banco de una plaza
donde todo florece, todo verde;
y ver la lejanía de lo ingrato
en sonidos de pájaros libres.
Es la vida, la que ocurre
todo el tiempo
a nuestro alrededor.
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